Por Luis Peralta
El desastre de
imagen pública arrojado por la contienda interna del Partido Republicano, no
solamente viene creando herramientas electorales favorables a la campaña
presidencial demócrata, sino también que, sin proponérselo, contribuye a
esclarecer el camino a la re-elección
del Presidente Barack Obama, quien dicho sea de paso, ha tenido importantes
aciertos en materia de política internacional, y ha logrado mantener un
crecimiento pobre pero sostenido de la economía del país.
Las encuestas registran un aumento de popularidad del Presidente, y ha
comenzado a tejerse un aura de vencedor.
No ha sido
solamente, el descenso estrepitoso en el liderazgo republicano en la Casa de
Representantes de los Estados Unidos, sino también, la descalabrada imagen de prácticamente
todos los aspirantes a la nominación presidencial republicana, especialmente de
quienes lideran en las encuestas en el
estado de Iowa. Newt Gingrich, Mitt
Romney, y Ron Paul, no parecen suscitar el entusiasmo necesitado para influir
en el universo de los votantes a nivel nacional.
Romney
probablemente resulte nominado, pero su candidatura potencial, se verá
debilitada por los ataques de sus compañeros de partido, y por el peso de sus
inconsistencias políticas, algo que no le perdonan los más conservadores, en
tanto el Presidente y sus asesores electorales, alistan estrategias, engrosan
las alforjas con dinero de campaña, y esperan con calma paradisíaca, la corroída
candidatura de quien resulte nominado por el Partido Republicano. ###PM
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